Los nuevos ídolos del siglo XXI
Mientras escribo estas líneas, el tenista serbio Novak Djokovic espera jugar en el campeonato de tenis a celebrarse en Australia, después de pasar varios días en un albergue para refugiados por haber ingresado al país sin estar vacunado.
Pese a su conducta polémica, muchas personas han apoyado al tenista, considerándolo un ejemplo viviente de libertad frente a la imposición de vacunarse contra el COVID. De hecho, Serbia tiene una tasa de vacunación muy baja, en parte debido al rechazo que expresan líderes mediáticos como Djokovic.
En estos tiempos, el caso del tenista dista mucho de ser excepcional: una actriz, un cantante, un futbolista pueden tener mucha más influencia en un país o a nivel mundial que los científicos más preparados.
Vivimos una época marcada por la desconfianza y el escepticismo respecto a los referentes tradicionales: muchas personas ya no confían en las autoridades, independientemente de su sesgo político. “Todos son lo mismo”, suele decir mucha gente, en el Perú y muchos países.
También se ha erosionado la confianza en la religión: la Iglesia Católica sigue enfrentando una gran crisis de credibilidad debido a la pedofilia y las posiciones del Papa Francisco sobre los inmigrantes y el cambio climático lo han vuelto un personaje incómodo para muchos grupos económicos que buscan anularlo como líder de opinión. La gente ya no confía tampoco en los partidos políticos o en lo que antaño eran "opiniones autorizadas":
Sin embargo, los seres humanos requerimos de referentes y muchas veces éstos son personajes exitosos con visibilidad mediática. Racionalmente, no tiene mayor sentido creer que la destreza para patear una pelota, para bailar o actuar tenga alguna relación con los valores de una persona o su criterio para orientar a los demás. Sin embargo, en estos tiempos a muchas personas no les importa, porque lo que buscan es aferrarse a algo.
Por supuesto, algunos medios de comunicación encuentran una mina de oro en presentar de manera permanente cómo estos personajes se visten, se peinan, se divierten, se enamoran, se separan, etc.
Por supuesto, que el fenómeno de convertir a un personaje mediático en un referente emocional ya ha ocurrido desde los tiempos de Rodolfo Valentino o Elvis Presley, pero ahora la dependencia de estos personajes es más visible por el rechazo a los otros referentes.
En este contexto, estamos viviendo la crisis generada por la pandemia y el confinamiento, cuando súbitamente se alteró la forma de vivir de la humanidad… y han florecido las teorías conspirativas y la desconfianza en las autoridades.
Desde Serbia hasta Satipo, hay quienes creen que la pandemia no existe, que no se puede creer a los gobiernos y que la vacunación es un mecanismo para controlar a la humanidad con alguna intención siniestra.
Lo dramático es que en este contexto, algunos personajes como Djokovic empleen su fama y su prestigio para hablar en contra de la vacunación, sin ningún criterio racional y que esa falta de racionalidad sea considerada “libertad”.
En epidemias anteriores, como la Peste Negra, la desesperación de la población llevó al surgimiento de sectas dramáticas, como los flagelantes. Siglos después, en una nueva epidemia, sigue habiendo gente desesperada buscando nuevos ídolos, pero lo peligroso es que el mensaje de algunos de ellos puede hacer que la enfermedad se mantenga o que sus ingenuos seguidores sean sus víctimas fatales.