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velasco y túpac amaru

La Revolución de Velasco y la Tierra

Publicado: 2019-11-03

Esta tarde por fin, después de varios intentos, pude ver La Revolución y La Tierra, el documental de Gonzalo Benavente sobre Velasco y la Reforma Agraria que ya está en su cuarta semana en cartelera. En la sala había mucha gente mayor que había vivido los tiempos de Velasco, como los sacerdotes Gastón Garatea y Felipe Zegarra, que vi sentados en filas distintas, pero también había jóvenes a quienes Velasco les puede sonar tan lejano como a mí José Pardo o Leguía. 

La película me gustó mucho porque ayuda a eliminar una serie de mitos sobre Velasco, mostrando cómo él y otros militares confiaron en que Belaúnde haría las reformas que nunca hizo, por lo que tuvieron que asumir esa tarea. Era interesante mostrar que hasta Kennedy condenaba la desigualdad que existía en América Latina, entre otras razones, por la concentración de la propiedad de la tierra. Muy bien elegido es el momento en que Jackie Kennedy lo enfatiza en castellano. Tanto Kennedy como Velasco pensaban que una reforma agraria ayudaría a evitar la expansión del comunismo.

Por supuesto que la película pudo decir mucho más, sobre la incorporación del Perú a los países no alineados, el uniforme escolar que llevaban todos los niños peruanos, el impacto de la crisis mundial del petróleo (que fue el golpe más fuerte para el régimen). Sin embargo, con lo que se ha visto es suficiente para que se aprecie la Reforma Agraria como el proceso que liquidó el régimen de servidumbre y por primera vez vinculó a millones de campesinos con el Estado. Además, se muestra que Velasco no tenía las cárceles llenas de opositores ni generó miles de muertes para lograr las diversas reformas. De hecho, durante los seis primeros años pudo gobernar manteniendo la libertad de prensa.

Quienes lo critican porque no era un gobernante democrático deberían recordar que en esa época casi toda América Latina estaba gobernada por dictadores y en España llevaba décadas gobernando Franco. Hablar de democracia en aquellos tiempos sonaba bastante fuera de lugar. En las elecciones de los años sesenta apenas si votaba la quinta parte de los peruanos y en Estados Unidos el voto era un privilegio de los blancos. De hecho, los grupos de izquierda no buscaban que hubiera democracia sino un régimen similar al de Cuba.

En la película se señala lo que siempre sorprende a mis alumnos, que varios partidos de izquierda torpedeaban la Reforma Agraria y rechazaban a Velasco (y ahora sus líderes se arrepienten de su falta de visión).

Ahora bien, un detalle que me fascinó especialmente de La Revolución y la Tierra fue el uso del cine peruano, con una sucesión de películas, algunas de las cuales son clásicas como Kukuli y Túpac Amaru y otras más recientes como La Boca del Lobo, Gregorio y La Hija de la Laguna. Se logra implicar también películas que aparentemente no implican una crítica social como Yo Dejé mi Corazón en Lima, filmada durante el gobierno de Sánchez Cerro. Queda el reto de buscar algunas como Cholo, Kuntur Wachana o Espejismo para verlas completas.

Yo aprendí a leer durante el gobierno de Velasco y mantuve mi simpatía hacia él, aún cuando escuchaba a algunos de mis amigos del colegio decir cosas terribles.

-Ustedes podrán criticarlo -decía una profesora a los díscolos de la clase-, pero yo misma he visto azotar a los campesinos en las haciendas y eso ya no pasa.

Y después, a lo largo de los años que siguieron, nunca he visto a un gobernante peruano que asumiera con tanta claridad que la prioridad eran los más pobres.

Discrepo con el documental cuando sugiere que Velasco falleció pensando que los peruanos no lo querían. Sí creo que muchos sienten que les cambió la vida a ellos, a sus hijos y sus nietos.

Algunos han criticado las últimas escenas de la película donde se muestran los actuales conflictos sociales... pero en realidad se debe reconocer que continúa la indiferencia hacia las demandas de la población rural.

Es verdad que el Estado está más presente que nunca a través de los programas sociales, pero también desde las ciudades y desde algunas entidades estatales los campesinos siguen siendo percibidos como tontos o manipulados cuando protestan.

El documental estaría incompleto si no aterrizara en la situación actual y cuestione a los espectadores. La injusticia en el Perú no es algo del pasado. Sigue sucediendo día a día y por eso es bueno saber que, al menos durante siete años, tuvimos un Presidente que asumió como su misión luchar contra la injusticia.


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Reflexiones Peruanas

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