Sobre la Policía de Huaycán y Christian Grados
Ante los abusos cometidos en Huaycán, una reflexión de Enver Quinteros
Conocí años atrás a Christian Grados. Él era aún un adolescente que gustaba pichanguear y participar en los campeonatos de mi barrio en Huaycán. Incluso recuerdo verlo en sus pininos como artista preocupado por aprender las danzas de nuestro país. Luego, no supe de él sino hasta los hechos de violencia producidos en Huaycán. Llamé a mis amigos que aún viven en el barrio y me señalaron que efectivamente, él no había tenido nada que ver, “Es tranquilazo y que se gana la vida sudándola como muchos del barrio".
Por supuesto que debemos exigir detener, procesar, y si es el caso, sancionar penalmente, a los que incitaron y produjeron estos hechos de violencia y a quienes participaron directamente en ella. Nada justifica la barbarie con que se comportaron ese día muchos jóvenes y adultos. Lanzar bombas molotov, incendiar carros y atacar a la PNP no se justifica por más ausencia de atención a los derechos que ellos y todos nos merecemos por parte del Estado.
Igualmente, es importante decir que gracias a la intervención de la PNP que se salvó la vida de las dos personas inocentes que casi son linchadas al calor del rumor extendido. En efecto, así como la policía ha cometido numerosos crímenes en el marco de los conflictos sociales que se dan sobre todo en las zonas rurales, hay casos en el que el uniforme y la dignidad policial quedan intactas y reivindicadas como cuando salvan la vida de los dos compatriotas y otros casos en varias partes del país.
No obstante este actuar positivo de la PNP, es importante señalar que ésta tiene aún mucho por mejorar como institución y sobre todo en el comportamiento individual de sus efectivos integrantes. Yo viví mis años de juventud frente a la Comisaria atacada de Huaycán y era testigo directo del comportamiento autoritario, corrupto e incluso grosero de muchos de los efectivos policiales de entonces. Cobrar "un sencillo" para agilizar un documento; el sentido de superioridad y omnipotencia frente a los civiles que se acercaban para hacer una denuncia o el comportamiento vulgar de muchos de ellos, me generaron una imagen negativa que era compartida por muchos (que, como repito, si bien puede explicar, no justifica ningún tipo de violencia).
Y en efecto, reconociendo que también existen policías honestos y comprometidos con su labor de estar al servicio de los ciudadanos, queda claro que hay mucho por trabajar en reformar la PNP. Basta ver el comportamiento de esta institución y los efectivos policiales en la detención de varias personas inocentes que fueron acusados de ser azuzadores y participantes de los hechos de violencia sucedidos en Huaycán. Es el caso de Christian Grados y varios otros de mis vecinos de Huaycán cuya situación espero nos ayuden a difundir.