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foto: diario correo

Racismo en los Supermercados

Sucesivas agresiones deberían obligar a los supermercados a tomar medidas para proteger a los clientes y a sus propios empleados

Publicado: 2016-06-30

El incidente protagonizado por Rosa Cabanillas y una familia de rasgos andinos en el  Tottus del Jockey Plaza, se suma a muchos otros ocurridos en supermercados limeños.    En este caso, una diferencia es que otros clientes le lanzaron a Cabanillas una expresión que hace unos años hubiera sido inusual: 

-¡Racista! ¡Usted es una racista!

En julio del año pasado, una mujer comenzó a lanzar insultos racistas contra el personal del supermercado Metro de la calle Shell, porque no encontraba una caja disponible. Ella inclusive agredió a un efectivo policial y se marchó de lo más campante.

En diciembre, Suzette Trucios lanzó insultos similares contra un vigilante de Wong y el 31 de marzo de este año, otras dos mujeres, madre e hija, agredieron a una trabajadora de Tottus de La Fontana.

En ninguno de estos casos, los supermercados tomaron alguna acción para defender a su propio personal. No denunciaron a las agresoras y siquiera les tomaron fotos para señalar que no se les permitiría el ingreso nuevamente. Es más, en el caso de La Fontana, las dos mujeres lograron que el supermercado despidiera a la trabajadora que “les había faltado el respeto”.

En mi opinión, los supermercados son frecuentes escenarios de incidentes racistas, porque en los últimos años confluyen en ellos peruanos muy diferentes. Se han extendido a muchos lugares de Lima y como resultado, las personas de rasgos andinos han dejado de sentirse inhibidas frente a estos establecimientos. Ahora, para las personas más prepotentes y racistas puede ser una experiencia muy difícil alternar con quienes desprecian.   

En el supermercado, además, hay reglas “iguales para todos” como respetar el orden de llegada o mostrar el ticket al vigilante. No funciona allí la forma prepotente de comprar “a la peruana”, tan frecuente en las bodegas, donde el que grita más puede comprar primero e irse como si no hubiera nadie más. Para las personas racistas, este trato igualitario y sin privilegios es casi una afrenta.

¿Cuál es la responsabilidad de los supermercados frente a un cliente que comete una agresión racista? La discriminación es un delito, según dispone el artículo 323 del Código Penal y el empleo de violencia constituye un agravante. Por eso, los supermercados deberían actuar como harían frente a cualquier otro delito que se cometiera en sus instalaciones. El personal de seguridad debe inmediato llamar al fiscal y a la policía para que el agresor no se pueda retirar y tanto los testigos como los agraviados puedan dar sus declaraciones.   Deben también consignar a las autoridades las filmaciones de las cámaras de seguridad. que permitan esclarecer los hechos. 

Todas estas obligaciones deberían estar precisadas en las  Ordenanzas contra la discriminación que han sido pensadas más frente a las prácticas discriminatorias de los  establecimientos, pero no de los clientes.  

Además, los  propios supermercados deberían tener letreros advirtiendo que no se tolerarán actos discriminatorios hacia los empleados o hacia otros clientes. 

Lamentablemente, esto es necesario, porque son espacios donde coinciden muchas personas y en el Perú eso es señal de que habrá mucho racismo.


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