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la página decidamos, un ejemplo de manipulación religiosa para beneficiar a keiko fujimori

Asustados y Piadosos: Los otros votantes fujimoristas

Sobre cómo se manipula el temor y la religión para darle votos a Keiko Fujimori

Publicado: 2016-06-02

A estas alturas, se sabe bien que existen personas que votarán por Keiko Fujimori porque desean las prebendas que un régimen clientelista puede ofrecer. Son aquellos peruanos que estarían dispuestos a apoyar a cualquier candidato que les ofrezca beneficios directos, aunque esto implique vulnerar leyes o perjudicar a terceros. A ellos no les preocupa ni los valores ni el prontuario del candidato que apoyan (inclusive el prontuario puede ser garantía de “experiencia” o “eficacia).       

No necesariamente estos votantes son personas pobres desesperadas por recibid algún tipo de ayuda: pueden ser también personas con dinero pero que solo piensan en su conveniencia.. Es lamentable, pero es comprensible en un país donde desde niños escuchamos la frase: “¡Tienes que aprender a ser vivo!” y donde el respeto por los desconocidos o por las normas no son los valores más extendidos.

Sin embargo, Keiko también tiene respaldo entre personas que quieren a su familia y buscan ser personas honestas.

Un primer factor es el temor frente a la inseguridad ciudadana. En muchos países se ha comprobado que el miedo bloquea el raciocinio, por lo que es uno de los principales respaldos para gobiernos autoritarios. A veces, el miedo se basa en una falsa amenaza, como ocurrió con los judíos en la Alemania nazi o los japoneses en los años 40 en el Perú.

Cuando una persona siente un gran temor por la seguridad de sus seres queridos pueden volverse fácilmente manipulable. En el 2008, durante el gobierno de Alan García, cuando se produjo la detención de Melissa Patiño y otras seis personas, acusadas absurdamente de terroristas un amigo me decía: “Prefiero que estén presas porque no quiero que nada le pase a mis hijos”.

En realidad, una persona asustada puede estar dispuesta a aceptar inclusive la crueldad y el crimen como forma de protegerse a sí misma y a quienes quiere. Así ocurrió, en el mismo año 2008, con muchos trujillanos frente al escuadrón de la muerte que mataba a delincuentes y también a personas inocentes. A muchas personas asustadas, no les preocupa que quien “las protege” sea un delincuente. Por eso, algunos partidarios de Keiko no se inmutan cuando se vincula al equipo de Keiko con prácticas de corrupción o de violaciones a los derechos humanos (Octavio Salazar fue Ministro del Interior cuando ocurrieron los hechos del 2008, por ejemplo). Para el asustado “es el precio que hay que pagar” por la seguridad.

El otro factor importante es el religioso: un sector de católicos y evangélicos están dispuestos a votar por Keiko, considerándola defensora de la “vida” y la “familia”. Es paradójico porque se reduce la noción de vida a los no nacidos, pues ella abiertamente promueve la pena de muerte y la renuncia a tratados internacionales con tal de lograr instaurarla. En el caso de la familia, mas bien ella debería ser considerada como la mayor amenaza, tras su público respaldo a quienes dispusieron las esterilizaciones forzadas.

Para todo aquel que pretende vivir según los principios éticos del cristianismo, respaldar a Keiko es por lo menos incoherente, pues implica tolerar el crimen, la corrupción y la mentira. En mi opinión, han logrado despojar al cristianismo de sus principios fundamentales de misericordia, honestidad o verdad y lo han convertido en una serie de prácticas rituales, también en función de obtener beneficios personales. Para quien piensa así, es posible ser sumamente corrupto y a pesar de ello considerarse cristiano, porque Dios no se fija en la conducta de la persona.

En el caso de la Iglesia Católica, uno de los grandes responsables de este reduccionismo de la fe cristiana es el Cardenal Juan Luis Cipriani. Mientras en el Vaticano, el Papa Francisco convoca a un simposio jurídico para enfrentar la trata de personas, él guarda silencio sobre este problema, como lo hizo frente al racismo, las desapariciones forzadas o cualquier otro problema social. De hecho, en los años noventa, él siempre fue muy cercano a Alberto y Keiko Fujimori, respaldándolos en los momentos de mayor cuestionamiento. Es más, en mi opinión, fue el único líder del cuestionado régimen que logró mantener su poder después de la huida de Fujimori y se sentiría muy complacido si el fujimorismo regresara a gobernar.

Me parece que ambos factores, la inseguridad y la religión son utilizados intencionalmente por el grupo fujimorista a través de medios de comunicación, redes sociales, como la página Decidamos, donde inclusive se sostiene que "votar por Keiko es votar por Cristo".

El problema es que además de buscar ganar las elecciones, el fujimorismo promueve una degradación moral de la sociedad: vuelca a las personas al clientelaje, las insensibilizan sobre las violaciones a los derechos humanos y despojan a la religión de sus valores. Eso hicieron los fujimoristas en los años noventa y eso harán si llegan al poder.


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Reflexiones Peruanas

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