Maquillaje y Manicure... ¿Así se recuerda el Día de la Mujer?
Son muchas las personas que han quedado perplejas e indignadas al enterarse que la Dirección de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Lima está convocando, por el Día de la Mujer, a una campaña de “belleza integral”, que incluye manicure, maquillaje, limpieza de cutis y peinado. Me impresiona realmente que pueda frivolizarse hasta este extremo la percepción sobre la mujer, como si fuera un adorno.
Yo entiendo que muchas mujeres, en el Perú y otros países, aprecien saludos y pequeños obsequios en el día de hoy. Sin embargo, creo que en la mayoría de casos, debería tratarse de una ocasión para reflexionar sobre cuánto nos falta avanzar en lograr que las mujeres puedan llevar una vida digna.
En América Latina, en problemas como la indocumentación o el analfabetismo, las mujeres se encuentran en una situación mucho más grave. Por su relación directa con las tareas agrícolas, las mujeres suelen ser las principales víctimas de problemas ambientales. No es casualidad que existan tantas lideresas que luchan contra la contaminación, como Berta Cáceres, la dirigente hondureña asesinada el jueves pasado.
Muchas familias pobres envían a sus hijas adolescentes a trabajar a las ciudades como empleadas domésticas. Estas chicas, totalmente solas, son las trabajadoras del hogar más explotadas. Con bastante frecuencia, la falta de afecto las lleva a aceptar como enamorados a individuos que las abandonan si quedan embarazadas, con lo cual su situación se volverá aún más precaria. Atendí alguna vez a una de ellas que no sabía cómo demandar a su enamorado, porque él siempre le había impedido ver su DNI y le daba un nombre falso. Otra ni sabía donde vivía él: sólo conocía su caseta como huachimán.
Pero estas historias no son las peores: las redes de trata de personas también llevan a las muchachas para explotarlas sexualmente. La semana pasada, un policía fue sentenciado en Trujillo a 25 años de prisión por reclutar jovencitas para prostituirlas, pero los casos siguen siendo muy numerosos. Es terrible conocer el caso de Aymee Pillaca, una chica con mucho futuro como boxeadora, pero que acabó atrapada por una mafia de trata de personas en Madre de Dios y fue asesinada hace pocas semanas.
De otro lado, un frecuente espacio de maltrato a la mujer es la familia: muchos hogares son dirigidos por mujeres que fueron abandonadas. Son muchas mujeres las que se ven obligadas a entablar juicios de alimentos contra los padres de sus hijos. Aún en familias de sectores medios se suele abusar de las mujeres mayores (abuelas, tías). Conozco muchos casos en que, pese a sus problemas de salud, son obligadas a cuidar de familiares enfermos o de niños.
Otro problema recurrente es la violencia contra la mujer. El año pasado, fue promulgada la Ley 30364 que cambia el antiguo concepto de “violencia familiar”, pues la mujer puede sufrir agresiones también de quienes no son familiares suyos, como un exconviviente, un compañero en la universidad o un colega en la oficina.
Es más, en varios casos de hostigamiento laboral que he conocido, los jefes acosadores maltrataban con mucho más ensañamiento a las mujeres. Varios de esos jefes eran los primeros en sonreir en actividades por el Día de la Mujer y firmar pronunciamientos. Como en los casos de violencia doméstica, muchas de las agredidas guardaban silencio. El agresor suele saber quién es la más vulnerable, por su personalidad, o por tener carga familiar. En algunos complejos agroexportadores contratan especialmente madres solteras, porque saben que temen reclamar. Otras veces, como también ocurre en la violencia doméstica, la víctima realmente cree que ella es culpable de la violencia y desea creer que si “corrige” su conducta, evitará el maltrato. Normalmente esto no ocurre: la violencia solamente se acelera y agrava.
El sistema legal con frecuencia no está preparado para proteger los derechos de la mujer. La investigación de Wilson Hernández: ¿Cuánto le cuesta la justicia a las mujeres? muestra la necesidad de reformar los procesos judiciales en temas como alimentos o violencia familiar, para que sean más accesibles a las afectadas. Una pésima muestra de la ineficacia del sistema judicial es la impunidad que tienen las violaciones sistemáticas de campesinas durante los años ochenta o las esterilizaciones forzadas de los años noventa.
Sinceramente, a mí me es difícil pensar en "campañas de belleza integral" para un día como hoy. Creo que el reto debe ser construir una sociedad más justa y luchar para ello corresponde a hombres y mujeres.