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mujeres policías en el paseo colón

Ineptas, detestadas y vulnerables

El absurdo rol de las mujeres policías que pretenden dirigir el tránsito

Publicado: 2016-02-23


-¿Cuál es la razón para que las mujeres policías dirijan el tránsito donde hay semáforos y den órdenes en contra de las señales? –preguntó una periodista alemana en una reunión.

A todos nos sorprendió que ella, quizás con lógica germánica, pretendiera encontrar “alguna razón” para una práctica totalmente inútil y contraproducente.

En las horas en que los ciudadanos están más preocupados por llegar a tiempo a sus centros de trabajo o de estudio, las mujeres policías dan una serie de órdenes absurdas, deteniendo a veces hasta por quince minutos el flujo vehicular en las principales intersecciones.

-La razón es tratar de que la gente sienta un fuerte estrés y llegue tarde a su trabajo–respondí yo.

Otros motivos probables serían hacer perder a la policía legitimidad ante la ciudadanía y ocuparla en labores distintas de enfrentar la delincuencia.

En la prioridad de las jóvenes uniformadas, o de quienes así las han instruido, primero están los vehículos particulares, luego el transporte público y lo último que les interesa es dar paso a los peatones, generando muchas veces que las personas desesperadas se arriesguen a cruzar la pista en medio de los vehículos. Varias veces he visto que, cuando eso pasa, las policías mujeres indican a los choferes que pasen por encima de los transeúntes.

Todos los limeños saben que las congestiones disminuyen y el tráfico fluye mejor cuando las policías se retiran y el tráfico queda en manos de los semáforos, como en cualquier ciudad normal.

-Cuando están sé que llegaré tarde a mi trabajo –señala un amigo mío.

Sin embargo, no solamente la labor de las policías es absurda y contraproducente, sino peligrosa para ellas mismas. Probablemente tienen los pulmones deteriorados por todo el aire contaminado que respiran y los tímpanos destrozados por sus pitazos tan continuos como innecesarios. Además, por más que intenten no mirar a los peatones o conductores, ellas sin duda saben cuánto son detestadas y esto también afecta psicológicamente. Nadie puede hacer tanto daño sin sentirse algo culpable.

La descabellada “función” que se ha asignado a las mujeres policías no solamente refleja la torpeza de sus superiores, sino que es un símbolo de las enfermedades ocupacionales que ocurren en nuestro país.

Como ellas, son muchos los trabajadores expuestos a riesgos innecesarios por parte de empleadores indiferentes o insensibles.

Pienso en muchos trabajadores de limpieza pública, que ni siquiera cuentan con guantes o que deben arriesgar su vida barriendo las avenidas en medio del tráfico. En el Perú son desconocidas las máquinas especiales que se encargan de ello en los países europeos o en el vecino Ecuador. Hablando de Municipalidades pienso también en aquellas que compran máquinas para cortar el césped, pero no se les ocurre proporcionar lentes a los jardineros para proteger su vista de una brizna maligna.

Hasta hace poco, en toda Lima era común ver obreros arriesgando la vida sobre andamios improvisados mientras pintaban fachadas o instalaban carteles. Ahora algunas municipalidades vienen exigiendo medidas de seguridad, pero en muchos lugares esto no se cumple.

Pienso también en todos los trabajadores de respetables entidades estatales y comprometidas ONGs, que recorren el Perú sin mayores condiciones de seguridad, viajando en la tolva de un camión.

Si tuviéramos un Poder Judicial confiable, serían muchas las personas, comenzando por las mujeres policías, que podrían demandar a sus empleadores por los daños ocasionados en su salud. En el Perú, solamente comenzar un juicio implica tantos gastos económicos y desgaste emocional que muchos afectados prefieren abstenerse.   

Y eso lo saben también los jefes policiales que destinan a las jóvenes policías a dirigir el tránsito.  A quien llega tarde por culpa de una inepta policía, de poco consuelo le es saber que la salud de ella tendrá un triste fin.   Una amiga feminista sostiene que, en el fondo, en la Policía Nacional hay una subvaloración de las mujeres policías y por eso las destinan a una labor totalmente mecánica, que genera tanto rechazo de la ciudadanía.  Su salud física y psicológica les tiene sin cuidado.  

Esperemos que algún Ministro del Interior reflexione y por fin se termine con estas prácticas absurdas.  


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Reflexiones Peruanas

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