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ANTIGUA POSTAL A COLORES SOBRE LOS TRANVÍAS QUE PASABAN POR EL ACTUAL PASEO DE LOS HÉROES NAVALES

El Almuerzo Imposible

Publicado: 2015-12-10


Para muchas familias limeñas, almorzar en casa de lunes a viernes es una experiencia impensable. Cada uno almuerza cerca de su trabajo o de la universidad, mientras los niños comen en el colegio, lejos de sus padres.

No siempre fue así. Muchas personas mayores recuerdan que antes niños y adultos regresaban a casa para almorzar en familia. Y no era porque las distancias fueran más cortas, sino porque era más fácil movilizarse.

Por ejemplo, en los años cincuenta, mi tía Vilma salía de su casa a una cuadra de la avenida Sáenz Peña en el Callao y tomaba el tranvía para dirigirse a su trabajo. Cuarenta y cinco minutos después se bajaba en la Plaza San Martín, caminaba por todo el Jirón de la Unión, seguía luego por el Jirón Huallaga hasta su oficina en la calle Lechugal, cerca de la Plaza Italia. A las doce del día hacía el recorrido inverso hasta la Plaza San Martín, ¡porque iba a su casa a almorzar! Y a las tres de la tarde, ya estaba de regreso en Lechugal.

Practicamente todos los limeños y chalacos hacían lo mismo. Almorzar en casa, con la familia era totalmente natural, regresando después al colegio, el trabajo o la universidad. Otra amiga que estudiaba en un colegio cerca del Parque Reducto de Miraflores, recuerda que almorzaba todos los días en su casa de La Punta y luego volvía al colegio. Aún los sufridos personajes de En Octubre No hay Milagros, o Conversación en la Catedral almuerzan en casa.

Dos son los factores que han convertido en imposible para esta época el almuerzo familiar: el primero ha sido el crecimiento desmesurado del parque automotor y el segundo la involución del transporte público.

El primero es consecuencia de la mejora de las condiciones económicas de la población y el segundo se debe a las malas decisiones de las autoridades. Hace cincuenta años, en 1965, el Alcalde Luis Bedoya Reyes retiró los tranvías, que en su opinión estorbaban el tráfico, porque tenían un carril especial. De esta forma, se perdió un medio rápido, ordenado, no contaminante. Muchas personas optaron por usar el automóvil o taxi o dejaron de regresar a casa para almorzar. En 1970, el gobierno de Velasco, para evitar los problemas que se generaban a los escolares y maximizar el uso del tiempo, estableció el horario corrido en los colegios, lo que fue establecido también en la mayoría de empresas.

Durante los años noventa, Fujimori le dio el golpe de gracia al transporte público al disolver ENATRU y dejar la ciudad en manos de la informalidad de las combis. Veinte años después, recién se pudo hacer algo parecido al sistema anterior con la ruta del Metropolitano y el Tren Eléctrico, que cubren una reducida proporción de las antiguas rutas de ENATRU.

Sin embargo, en el 2014, un nuevo retroceso fue durante la gestión de Susana Villarán, quien implementó el Corredor Azul, con una ruta mucho más corta que los antiguos ómnibus de ENATRU, cortando abruptamente 34 líneas. Ahora los ciudadanos pierden más tiempo y dinero para realizar inciertas conexiones, llenos de estrés. Muchas personas desesperadas recurren a taxis y autos particulares incrementando las congestiones. El recorrido que mi tía hacía hace 50 años en 45 minutos, una persona que se considere afortunada lo hará en hora y media.

Castañeda también ha aportado su cuota de malignidad, construyendo un bypass totalmente innecesario, pensado en agilizar el paso de automóviles e inclusive pretende hacer lo mismo en los cruces de Arequipa con Angamos y Aramburú. Esas “obras”, pensadas en los automóviles y no en las personas, terminan afectando seriamente la vida personal y familiar.

Cincuenta años después de la desaparición de los tranvías, la mayoría de limeños almuerza un menú en algún restaurante y no faltan quienes lo hacen sentados frente a su computadora, revisando su correo o terminando algún informe. Los padres de familia no tienen ahora la más mínima idea sobre qué y cuánto almuerzan sus hijos, algo que cuando yo era niño era totalmente inconcebible, porque siempre estaba mi mamá en la mesa.

¿Se puede revertir toda esta involución de la vida social? Yo creo que sí. Algunos dirán que de nada sirvieron las protestas de los jóvenes contra el bypass y de los vecinos de Magdalena contra la tala de árboles, pero también lo es que no todos los alcaldes tienen ese grado de prepotencia. Igualmente, se debe trabajar para educar a una opinión pública que todavía respalda una ciudad para automóviles, creyendo ingenuamente que trae más progreso.

Si queremos promover una ciudad más humana es útil pensar lo que perdimos para siempre, como el cotidiano almuerzo familiar en la casa.


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Reflexiones Peruanas

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