Sobre Magallanes, NN e Hija de la Laguna
Tres películas peruanas valientes y valiosas
Antaño cinéfilo asiduo, la monotonía de la cartelera comercial me ha alejado desde hace tiempo de los modernos complejos de multicines, por lo que para mí resulta totalmente inusual que en un mes acuda a ver tres películas, más aún tres películas peruanas.
Ha sido así, con Magallanes, NN e Hija de la Laguna. Las tres me han gustado mucho por el ritmo, el montaje y el argumento. Naturalmente, si uno quiere ir al cine para reírse, entretenerse o evadirse por dos horas de su realidad cotidiana, no va a quedar satisfecho pues estas películas tienen un propósito similar a las antiguas novelas indigenistas o a las que yo he escrito: buscan interpelar al espectador. Aluden a problemas sociales que muchas personas preferirían olvidar, más aún cuando van al cine: Magallanes y NN se refieren a las secuelas de los crímenes cometidos por los militares en los años ochenta, mientras que Hija de la Laguna refleja el conflicto ambiental en Conga y las cruentas intervenciones policiales contra la población cajamarquina.
Salvador del Solar, el director de Magallanes, logra poner al espectador en la situación del personaje principal, en cuya rutina irrumpe el recuerdo de los violentos tiempos que vivió. De hecho, el monólogo en quechua de Magaly Solier en la escena final no solamente se dirige a los protagonistas, sino al público, denunciando lo que ha tenido que sufrir. A uno le queda la pregunta sobre cuántas personas en el Perú, aparentemente silenciosas y resignadas, podrían soltar de rabia y frustración. Otro acierto de la película es mostrar al vil perpetrador como un ser totalmente vulnerable, que ni siquiera recuerda sus crímenes. ¿Se le puede juzgar? ¿Condenar a prisión?
Del Solar convoca un elenco nacional que cumple muy bien su rol (Magaly Solier, Christian Meier, Bruno Odar), junto con actores extranjeros (Damián Alcázar y Federico Luppi). Lo único que le quita algo de credibilidad es el acento tan marcadamente colombiano del policía y los dos matones tan rubios que inclusive en una película estadounidense llamarían la atención.
En cuanto a NN, ya había visto del director Héctor Gálvez hace unos años su película Paraíso me impresionó por la manera tan precisa de mostrar el desarraigo de los hijos de los desplazados que viven en Lima. En NN muestra la labor del Equipo de Antropología Forense, la ONG a cargo de las exhumaciones de las personas asesinadas durante la violencia. Para mí, que trabajé en ONGs de derechos humanos durante más de veinte años, muchas de las escenas me parecían familiares, desde las sesiones con las psicólogas hasta la dificultad para manejar el dolor cuando se reciben testimonios tan fuertes. Paul Vega y Antonieta Pari logran transmitir todas las emociones que están presentes durante los hechos y la película logra manejar el suspenso de manera magistral.
Hija de la Laguna, continúa la línea de otros documentales de Ernesto Cabello, como Tambogrande, Mangos, Muerte y Minería y Choropampa, el Precio del Oro, en los cuales, un conflicto ambiental es expresado desde la perspectiva de un individuo, como Ulises García, el hijo del asesinado dirigente agrario Godofredo García o Lot Saavedra, el dirigente campesino de Choropampa. Al seguir sus necesidades, conflictos y temores, se puede entender mejor todo lo que está en juego en un conflicto minero ambiental. En el caso de Hija de la Laguna, la protagonista es Nélida Ayay, una mujer que estudia Derecho para acompañar la lucha de Máxima Acuña frente a los abusos de Yanacocha.
Mientras se filma el documental, en el año 2012, se produce la declaratoria del estado de emergencia en Cajamarca y los hechos de violencia policial que originan la muerte de cinco personas de Bambamarca y Celendín. Dos días después de verla, me entero que la policía ha matado a tres campesinos en Cotabambas, Apurímac, pues, nuevamente, el gobierno decidió respaldar las irregularidades de una empresa minera frente a las protestas de la población.
Por una combinación de cautela y prejuicios, las distribuidoras solo admiten estas tres valiosas películas en muy pocas salas y las personas que quisieran verlas deben en ocasiones viajar más de dos horas. Además, fuera de Lima, casi no se han exhibido.
Lo curioso es que en las funciones hay una combinación de personas muy motivadas para ver la película y otras que ingresan por error o curiosidad. Para estos últimos, la trama puede parecer demasiado fuerte, porque de alguna manera los involucra o inclusive los culpa. En una de las escenas más dramáticas de NN, había dos personas arrastrándose de risa. Finalmente se marcharon. Varios amigos me han comentado que, cuando vieron Magallanes, hubo espectadores que se reían durante el monólogo en quechua. En la misma sala, entonces pueden ser palpables los abismos existentes entre los peruanos.
Héctor Gálvez, Salvador del Solar y Ernesto Cabello han actuado con mucha valentía y profesionalismo entregando películas muy bien logradas. Mis felicitaciones para los tres.