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bailando en el centro comercial., foto de jos moreno fabbri

¿Cuándo tendremos un Mega Apthapi en Ancón?

Bolivianos muy diferentes han aprendido a celebrar juntos y la empresa privada apoya la lucha contra el racismo 

Publicado: 2015-02-10


Como Lima, La Paz es una ciudad segregada por razones étnicas y económicas. Mientras El Alto es una zona predominantemente indígena, ubicada a más de 4,000 metros de altura, la Zona Sur, donde vive la población mestiza y de origen europeo, oscila entre los 3,200 y los 2,800 y el clima es mucho menos frío.

El año pasado, fueron inauguradas tres líneas de teleféricos que en pocos minutos permiten movilizarse a los ciudadanos ahorrándoles mucho tiempo y dinero. La última línea, inaugurada en diciembre ha permitido a muchos vecinos de El Alto llegar en pocos minutos a Irgavi y otros barrios de la Zona Sur.

Uno de los lugares que más frecuentan los vecinos de El Alto es el Megacenter, el centro comercial más famoso de la ciudad… y su presencia generó fuerte rechazo en los clientes habituales.

"¡Se sientan en el suelo con sus polleras!" "¡Los baños huelen mal!" “Dejan todo sucio”, exclamaban en las redes sociales a comienzos de este año.

Naturalmente, ninguno decía que los recién llegados eran indios o usaba frases explícitamente racistas. Por un comentario así, se abrió proceso a Daniel Dávila, un chef peruano, quien tuvo que renunciar a su trabajo en La Paz. Tampoco los racistas peruanos dicen abiertamente que no quieren que cholos o indios vayan a “sus playas”. Como en el Perú, los racistas paceños se referían a falta de higiene, educación y modales.

Sin embargo, pese al rechazo evidente que generaba su presencia, los alteños siguieron llegando y llegando. No les importaba que los miraran mal o hubiera comentarios desagradables. Se seguían sentando en el suelo del centro comercial, a la entrada de los cines o del Rock’n Bowl, el local para jugar bolos.

Y lo más llamativo, para un peruano, es la actitud del Megacenter: el gerente anunció que estaba muy satisfecho por la llegada de los aymaras: “Estamos contentos de poder ampliar mercados y llegar a mayor gente, tenemos políticas de respeto mutuo y en todas las boleterías hay carteles que indican que todos somos iguales ante la ley. En la empresa estamos en contra de la discriminación y el racismo; nosotros sabemos que todas las personas tienen todo el derecho de participar y disfrutar de una infraestructura como la nuestra”, sostuvo, según indica el diario La Razón de la ciudad de La Paz.  Inclusive se implementó el traslado gratuito de visitantes desde la parada del teleférico.

Finalmente, a través de las redes sociales convocó un gran Apthapi en el centro comercial para el pasado domingo 18 de enero. Los apthapis son comidas colectivas que realizan los indígenas bolivianos, sentados en el suelo. En este caso se llamó Mega-Apthapi, para que tuviera relación con el nombre del Megacenter.   Las indicaciones en el Facebook eran claras de llevar bolsas para la basura y no llevar alcohol.   Había quienes amenazaban con atacar el apthapi con baldazos de agua y pintura, pero los participantes no se amilanaron.

Aquel domingo participaron en el apthapi muchas personas de El Alto, la Zona Sur y otros lugares de La Paz, todos unidos en el interés de luchar contra el racismo. Vestían de manera diferente, tenían idiomas maternos diferentes, pero juntos compartieron platillos bolivianos como tunta, llauchas, pipocas y p’asankallas y se sintieron a gusto de estar juntos, de ser juntos parte de un mismo país, a pesar de las diferencias de color y de posición social.

Al otro lado de la frontera, en el Perú, existen también marcadas diferencias culturales y étnicas, pero la discriminación se mantiene victoriosa, porque ha sido interiorizada por las víctimas. No solamente las personas con polleras sienten temor de ingresar a determinados espacios (menos aún a sentarse en el suelo de un centro comercial), sino inclusive a espacios públicos como las playas que han sido apropiados por una minoría.

Ante la pasividad de la mayoría, la minoría aprovecha para profundizar la exclusión: en las playas al sur de Lima se levantan infranqueables muros. En Ancón, se emplea vigilantes o a los policías municipales. Actúan con la tranquilidad de quien se siente por encima de las autoridades y las leyes. De hecho, ni siquiera muestran vergüenza cuando son “descubiertos” por activistas o periodistas. Insultan, agreden con globos de agua. Todo vale con tal de mantener sus privilegios.

La ingenua estrategia de muchos discriminados es asimilarse a los discriminadores: cambiar la manera de vestir, dejar de hablar quechua, ponerle a los hijos nombres en inglés… Todo lo cual no elimina la discriminación, porque ésta se basa en el racismo. Agachar la cabeza para pretender ser aceptados no es el camino para afirmar los derechos.

      

foto de jos moreno fabbri

Más fotos del Mega Apthapi acá: https://www.facebook.com/events/1399545497009361/?fref=ts 


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Reflexiones Peruanas

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