Sobre el bullying, la propuesta del Juez Edwin Béjar
-Al más gordo, le pateaban su lonchera, como si fuera una pelota, hasta que toda su comida se malograba.
La semana pasada le pedí a mis alumnos de la Universidad del Pacífico que compartieran algunos casos de bullying ocurridos en su época escolar y mientras los escuchaba, recordaba el comentario del director de un prestigioso colegio limeño:
-Apenas el profesor sale de la clase, aparece en el aula todo un sistema de violencia, dominación y crueldad.
El director llegaba a comparar las prácticas y actitudes de sus alumnos con las que existían entre los internos de un penal.
Mis estudiantes recordaban que las víctimas del bullying eran siempre los más vulnerables: los más pequeños, los introvertidos o los que tenían problemas de aprendizaje. Se trataba de una práctica colectiva, a la que todos se sumaban, para evitar sufrir los maltratos. Un amigo sociólogo recuerda: “había un compañero que era el más cholo de todos y por eso, aunque yo era cholo, también lo fastidiaba”. Una situación similar enfrentan los niños afroperuanos, quienes llegan de otro lugar del país o los considerados “amanerados”. Uno de mis alumnos comentó que en su colegio la víctima era un alumno más blanco, que terminaba siendo más vulnerable en una clase donde los demás tenían rasgos andinos.
Hay quienes creen que el bullying es menos común en los colegios mixtos, pero no es así: la hija de unos amigos estaba asustada, porque sus compañeros habían establecido el “día de meter mano”... en un colegio de gran formación humanista. Más extendido es que las bromas de los varones hieran profundamente la autoestima de algunas chicas, especialmente aquellas que tienen problemas de sobrepeso.
-En mi colegio –recordaba un alumno- a una chica que era gordita la fastidiaban llamándola “señora”. Al final, se tuvo que cambiar de colegio.
En mi opinión, el bullying se ha vuelto un problema más serio debido a la permisividad de algunas instituciones educativas, que no reaccionan frente a las quejas de los alumnos y sus padres. Varios amigos me han señalado que es el problema recurrente y frustrante en las reuniones de padres de familia. “Esos niños no van a cambiar, pero los mantienen porque no quieren perder la pensión que pagan sus padres”, comenta un amigo. “Ustedes sabían que en este colegio los niños son competitivos”, le dijo a unos amigos una psicóloga. Algunos padres se quedan atrapados durante años frente el dilema de retirar a sus hijos de una institución con una atmósfera violenta, pero supuestamente importante para consolidar su posición social.
Nada de esto aparece en el video Eres Único o la publicitada página contra el bullying http://www.bastadebullying.com/ elaborada por Cartoon Network (sí, el mismo canal que, al transmitir dibujos animados durante 24 horas eliminó para muchos padres de familia las posibilidades de fijar horarios en casa), que posee numerosas guías de sensibilización para profesores, alumnos y estudiantes.
Esas campañas son positivas, pero tienen una limitación recurrente: “Se invisibilizan los temas de racismo y homofobia, que son las principales causas de maltrato”, comenta Sofía Carrillo, especialista en temas de juventud. Junto con la sensibilización, es importante que los responsables tomen las medidas para evitar que estos hechos ocurran. La mejor estrategia frente al bullying es prevenir que suceda: “Les digo a los niños que va a llegar una niña que habla un poco diferente pero que deben aceptarla”, dice una profesora de Carabayllo cuando va a llegar una alumna del interior del país “y observo cómo la están tratando”.
Los profesores saben perfectamente quiénes son los niños que tienen mayor vulnerabilidad. De hecho, cualquier observador puede darse cuenta si hay un niño obeso o de rasgos afroperuanos. Igualmente, a un profesor puede tomar un poco de tiempo, aunque no más de dos clases, detectar a quienes son más agresivos o intimidables por razones de índole psicológica.
En esta necesidad que los colegios asuman su responsabilidad en evitar el bullying, es muy importante la sentencia del Tercer Juzgado Penal del Cusco, que ha multado al Colegio Salesiano con 3,600 soles por permitir los permanentes maltratos contra uno de los alumnos. El Juez, Edwin Béjar, es un abogado invidente, muy comprometido con la lucha contra la discriminación y además ha dispuesto que el Colegio se pague una indemnización de 10,000 soles a la familia de la víctima.
Sería muy importante que el Ministerio de Educación, la Defensoría del Pueblo y todos los que están preocupados por el bullying difundieran en todos los colegios peruanos la sentencia que emitió Béjar. Ayudará a que los profesores y directivos cómplices de tantos abusos se comprometan realmente para evitarlos.