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Testimonio sobre Racismo en el Perú e Italia

Publicado: 2012-09-30

Compartimos el testimonio de Ramiro Llatas, abogado cajamarquino, por muchos años Director de la Vicaría de Solidaridad de Sicuani.

Debido a mis rasgos, yo he enfrentado situaciones muy diversas: en mi tierra, Cutervo, era considerado moreno, pero cuando muchos años después fui a vivir al Sur Andino a trabajar como abogado, la gente me veía como blanco.  Muchos hasta me consideraban limeño y se sorprendían cuando les decía que yo también era serrano, hecho que para mí siempre ha sido un motivo de orgullo y lo aclaro a propósito porque conozco mucha gente que se avergüenza de su origen por temor a ser discriminada.    Una vez que la gente de Sicuani se daban cuenta que era serrano como ellos, sentía más confianza conmigo y se abría más.

Sin embargo, las peores experiencias de racismo las viví en Chiclayo, cuando estudie el quinto de secundaria en el colegio de la FAP.  Yo era para mis compañeros de clase un “recién bajadito” y algunos me querían maltratar por el hecho de haber nacido en la sierra.  Yo tenía todo el tiempo que defenderme en ese colegio, llegando inclusive hasta la pelea física, para hacerme respetar. Lo que me sorprende y es algo que ahora me hace pensar es que los profesores eran indiferentes ante esta situación que se vivía.

Ahora me doy cuenta que una de las consecuencias del racismo es que bloquea nuestros actos.  Por ejemplo, cuando vivía en Lima y estudiaba en la Universidad, al principio yo tenía temor de ir a algunos sitios por considerarlos exclusivos de los blancos como por  entonces me parecía el Parque Kennedy.  O, al mismo tiempo, a veces sentía temor de decir que parte de mi familia vivía en Villa Salvador, porque mucha gente considera este distrito “peligroso” y no reflexionan sobre el valor inmenso que ha tenido y sigue teniendo su gente para luchar contra la pobreza. El sentirse discriminados o el discriminar nos enceguece.

Ahora que vivo en Italia desde hace tres años, tampoco he estado exento de sufrir racismo: por ejemplo cuando el bodeguero (tabaccaio) no me  quiso vender los boletos del bus porque yo era extranjero.  O cuando un chofer del ómnibus no me quiso llevar a mi paradero.  Yo era el último pasajero y  él me increpó que no había pagado mi pasaje, porque yo era extranjero.  Yo sí había pagado y le enseñé mi boleto, pero mi condición de inmigrante le hizo pensar que podía maltratarme y no me llevó hasta mi destino final desviando su ruta.  Ante esa situación, presenté una queja y la empresa me dio la razón y sancionó a ese conductor.

Pero el peor incidente fue cuando manejando con mi esposa y mi hijo a bordo del auto un italiano me sonó el claxon y yo le hice señales porque no tenía por qué hacerlo y él nos comenzó a perseguir.   Cuando me quise estacionar, el me bloqueó con su automóvil queriéndome agredir y diciéndome “Estás en mi casa y tienes que respetar las reglas”, aunque él era quien no las  respetaba.   Fui a la Comisaria y no me quisieron recibir mi denuncia alegando que no estaba el comisario y que la computadora no

funcionaba (este argumento me era bastante conocido por parte de la Policía en las provincias altas del Cusco cuando no querían atender a los campesinos).   Después de tres intentos me atendieron pero el oficial se sorprendió primero porque era extranjero y generalmente los extranjeros no denuncian (“vienen solo a trabajar”) y mucho menos a un italiano y segundo porque era peruano pero no era delincuente (supe que esos policías habían estado vigilando a un grupo de peruanos que robaban)

Pienso que el mestizaje que se empieza a vivir en Europa hace que la discriminación se asemeje un poco a la de Perú,  Sin embargo, sigo pensando que en nuestro país es mucho más grave porque hay tolerancia a estos actos.  Aquí en Italia he encontrado que existe racismo, pero mucha gente reacciona en contra.


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Reflexiones Peruanas

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