#ElPerúQueQueremos

RP 341: La Buena Familia

Publicado: 2011-01-31

Hace pocos días me sorprendió ver en la revista Somos un aviso de Avícola San Fernando que decía: Los Huamán, la buena familia.  El aviso era parte de la nueva estrategia publicitaria de la empresa, que en carteles, camiones e internet,  combina su lema tradicional con  numerosos apellidos existentes en el Perú, desde Takayama hasta Rosales y desde Oxenford hasta Quispe.

San Fernando busca así generar empatía con sus consumidores, apelando al valor de la familia, pero de esta manera ha desafiado una de las formas fuertes de discriminación en el Perú.

Poseer determinados apellidos continúa generando discriminación en el ámbito laboral, familiar o escolar.  Recuerdo que el año pasado me encontraba en la Primera Comunión en un colegio de Surco, cuando a mi costado dos personas comentaron burlonamente:

-¡Mira, también hay un cholito acá! 

Una catequista estaba llamando por su nombre a los niños para que subieran al altar y, al parecer, el que hubiera un niño de apellido Quispe no iba en relación al status del colegio. 

En el Perú, siglo y medio después de la inmigración europea, los apellidos de origen alemán, anglosajón, italiano o croata continúan siendo asociados a las clases altas.   Hasta el momento, estos apellidos tienen una gran presencia entre actores de televisión, chefs o arquitectos, es decir actividades en las cuales la apariencia física (léanse rasgos europeos) pareciera ser muy importante.  Muchos apellidos vascos se encuentran también en esta categoría. 

En cambio, los apellidos castellanos tradicionales como Flores, Vásquez o González no generan en Lima estereotipos sociales o étnicos asociados a ellos.  Los Ramírez pueden vivir en Chacarilla o en el Rímac.  Susana Torres podría ser negra, rubia o chola (o colombiana o española).  Manuel Velásquez podría ser un canillita o un ingeniero.   Al neutralizar posibles estereotipos, estos apellidos castellanos funcionan como un equivalente a “mestizo” esta especie de comodín que muchos peruanos usan para describirse y así evitan los prejuicios asociados a indígena, blanco o negro.

Sin embargo, en Cusco o Ayacucho, la situación es diferente: los apellidos castellanos son los que generan prestigio, frente a Quispe o Condori.    “Los niños con apellidos andinos padecen mucho maltrato en el colegio”, me dice un funcionario de la Defensoría del Pueblo de Ayacucho.  Es lo que sucede en las ciudades amazónicas donde los apellidos españoles tienen también mucho más prestigio que los apellidos indígenas (Mosombite o Ahuanari).

En general, a nivel nacional, los apellidos andinos continúan generando un estigma.  “Con mi apellido Quispe es mucho más difícil para mí ser contratada en un buen empleo”, dice una secretaria.  Una profesora recuerda: “La primera vez que pasaron lista en el colegio, mis compañeros estallaron en carcajadas cuando escucharon mi apellido Quispehuamán”.   Los niños tenían apenas seis años, pero ya habían interiorizado que se trataba de un apellido ridículo… Y este incidente ocurrió en San Juan de Lurigancho, el distrito del Perú con mayor numero de quechuahablantes.  En muchos lugares, sigue siendo frecuente usar el apellido Huamán como si fuera un insulto (y lamentablemente aún en organismos de derechos humanos lo he escuchado). 

Frente a esta situación, muchas personas que tienen un apellido materno andino se abstienen en lo posible de usarlo y si se trata del apellido paterno, hay quienes lo disimulan, uniéndolo al materno, como si fuera un apellido compuesto.  También he conocido casos de personas que en su correo electrónico convierten el apellido paterno Quispe o el Mamani en una simple inicial, para enfatizar el apellido materno castellano… y de quienes simplemente se decidieron por hacer los trámites respectivos y cambiaron su apellido indígena.

En este contexto, la campaña publicitaria de San Fernando, elaborada por la agencia Circus, al tomar en cuenta por igual a los apellidos “prestigiosos”, “vergonzosos”  y “neutros”, resulta sumamente inclusiva.     No es que haya sido intención de la empresa avícola lanzar una cruzada contra la discriminación por apellido, pero el efecto resulta similar. 

San Fernando ha incorporado también numerosos apellidos del norte del Perú (que tienen origen indígena, aunque no se quiera decir) y apellidos orientales, dando mayor visibilidad a otro sector que tiene más de un siglo en el país, pese a lo cual, los nisei o los tusan  no aparecen nunca en las series de televisión y las pocas veces que salen en publicidad están totalmente caricaturizados.

Cuando alguna vez el Estado realice una gran campaña contra la discriminación, los prejuicios vinculados a los apellidos deberán ser uno de los temas prioritarios a abordar.


Escrito por


Publicado en

Reflexiones Peruanas

Sobre el país en que vivimos y queremos vivir