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RP 330: Quito quito en el desayuno

Publicado: 2010-11-14

Hace pocos días, unos señores que difundían mermeladas de Oxapampa me obsequiaron un frasquito de muestra.

 -¡Ah, la marca es Quito Quito!  -exclamé yo, mirando la etiqueta.

 -No, señor –me explicaron, sin enfadarse por mi ignorancia -.  Quito quito es una fruta.

 “Vaya,” pensé, mirando mejor el frasco “a los 45 años todavía hay frutas peruanas que desconozco.  Servirá para los próximos desayunos”.   

 Una de mis aficiones alimenticias es hacer de cada desayuno una comida singular.  Normalmente, cuando se habla de la variedad de la comida peruana, hacemos más referencia al almuerzo, pero hace tiempo que me di cuenta que en el Perú se puede tener también una gran variedad de desayunos.

En el Hotel Paraíso, en Chiclayo, uno puede disfrutar de humitas, tamales o lomo saltado, acompañado de pan francés y un excelente café con leche, por apenas cinco soles.  Me parecía barato, pero a fines de octubre, cuando conocí Tingo María, descubrí  que podía desayunar juanes, tacacho y cebada por S/. 1.50.

Viajar también permite adquirir provisiones para los desayunos limeños, especialmente mis dos debilidades: quesos y mermeladas.  En el mercado San Pedro del Cusco suelo comprar queso de Ayaviri.  En Chiclayo, en la calle Elías Aguirre, compro queso cajamarquino, de distintas variedades.  En Huamanga, en la calle Santo Domingo, está El Vaquerito, que vende queso crema, queso andino, queso con orégano, queso parmesano y cachipas (especiales para preparar papa a la huancaína).  Ahora me estoy dedicando al excelente queso de una tienda ecológica, que me recomendaron mis amigos de la Defensoría del Pueblo en Huánuco. 

Normalmente, pido probar el queso antes de comprarlo.  Sólo una vez, en una ciudad que no mencionaré en esta RP, sentí que había mordido un trozo de sal. 

En cuanto a las mermeladas regionales, mi afición data desde los años ochenta, cuando, antes de emprender los largos viajes navegando por el Ucayali o el Marañón para dar cursos de derechos humanos, pasaba siempre por la panadería PIR, de Iquitos, en la calle Próspero, a comprar mermelada de pomarrosa. 

En Huamanga me he hecho adicto a la marca El Andino, que produce mermelada de capulí (llamado también aguaymanto), sauco, tuna, níspero y maracuyá.  En Chiclayo, en la misma tienda de los quesos, venden también aguaymanto y pushgay, semejante al sauco.   En los supermercados de Arequipa se consigue la mermelada de papaya arequipeña, de un amarillo reluciente (la papaya que los demás peruanos conocemos es llamada en Arequipa “papaya norteña”).

Hace unos años, en Chanchamayo, solamente se encontraba mermelada de fresa, envasada en Lima.  Ahora, afortunadamente, ya se puede adquirir mermeladas de cocona, carambola, guanábana y plátano de la isla.   

En las últimas semanas, cuando he untado el pan con el queso crema del Vaquerito y he colocado encima cualquiera de estas mermeladas, el resultado ha sido extraordinario y además parecía una metáfora de la diversidad del Perú: el pan era de Lima, el queso de Ayacucho y la mermelada de la Selva Central.    

Siempre me siento un descubridor cuando ubico un producto nuevo: en setiembre, encontré en Lambayeque el nuevo king kong San Roque con chirimoya.    

Sin embargo, cuando en cada viaje aprovecho la oportunidad para enriquecer mis deleites matutinos, me convenzo al mismo tiempo que las inmensas posibilidades muchas veces son desconocidas para los propios peruanos. 

La falta de difusión y de canales de distribución son dos problemas serios.  Por ejemplo, en el mercado de Moquegua tuve que pasar una tarde buscando el queso que había visto en la Pastelería San Antonio a un precio prohibitivo…  hasta que por fin lo encontré.  En Ayacucho, pareciera que el único comprador de El Andino soy yo.  Las mermeladas de Chanchamayo están orientadas al mercado extranjero: las etiquetas están en francés (banane rose llaman al plátano de la isla).  Una excepción es la mermelada de papaya arequipeña, que se puede conseguir en muchos locales de esa ciudad y también en la tienda de productos characatos que funciona en San Borja.

Creía que había terminado esta RP, pero acabo de pasar por el parque Kennedy y en una feria de innovación escolar unas escolares de Huancavelica me hicieron conocer la mermelada de waraqo, sus colegas de Madre de Dios me presentaron el huasaí y otra estudiante de Tumbes me hizo probar el pechiche.   Y, como me pasó con el quito quito, nuevamente pensé que vivo en un país donde hay mucho por descubrir.  


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Reflexiones Peruanas

Sobre el país en que vivimos y queremos vivir