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Pon cholitos, para hacer la foto más exótica

Publicado: 2013-10-10


La fotografía que hoy publica Caretas, donde se contrasta a una modelo junto con una señora vestida a la usanza andina ha generado disgusto de muchas personas. La carga discriminatoria resulta evidente: tomar a la persona de rasgos indígenas como un elemento del decorado, como si fueran un ser exótico, para así evidenciar la belleza de la modelo. Un factor que visibiliza esta práctica es que la mujer andina aparece imitando la posición de la modelo y además es mantenida en el anonimato, a diferencia de lo que ocurre con la modelo.

Lamentablemente, es una práctica recurrente en el mundo de la moda, puesto que parece haberse descubierto que el “exotismo” de la población andina puede ser atrayente. Lo ha hecho Emporium, del diseñador Jorge Luis Salinas, usando mujeres y niñas de Andahuaylas, para que contrastara con las modelos rubias, provenientes de Brasil y Estonia. En muchas de las imágenes, publicadas por la revista Somos el año pasado, las mujeres andinas aparecen de espaldas o con aire sumiso. La imagen más fuerte es aquella donde una niña andina sostiene a las dos modelos sobre un subibaja.

Otro ejemplo de esta práctica es el catálogo que Saga Falabella distribuyó en mayo, presentando a sus modelos al lado de niños cusqueños. La ropa para niños que ofrece la prestigiosa tienda es modelada por niños rubios en el mismo catálogo. Para generar más exotismo, las personas andinas llevaban animales consigo.

Algunos diseñadores indican que se inspiran en las culturas indígenas, pero prescinden totalmente de las personas de rasgos andinos. Esto ocurrió durante el reciente festival de moda LIF Week, donde varios diseñadores mostraban prendas que aludían a Puno o al imperio incaico, pero con modelos de rasgos que nada tenían de andinos. Si alguien duda sobre cuán arraigados están los prejuicios étnicos en el mundo de la moda, recordemos la brutal frase del diseñador Gerardo Privat “Mujer que no es mala es chola”.

traje de inspiración puneña

En ese contexto, realizar un festival de moda en el Cusco ha sido la oportunidad para que muchas imágenes busquen el contraste exótico, como las que fueron filmadas en el Mercado de San Pedro.

Esperemos eso sí que indignada reacción que la fotografía de Caretas ha generado sirva de alerta para muchas empresas que elaboran catálogos similares. Esperemos también que las personas andinas sean reconocidas en su dignidad y su belleza. Para los más racistas diseñadores y fotógrafos eso puede ser muy difícil.


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